En un ambiente de cambios turbulentos, las recientes elecciones presidenciales en estos tres países muestran que los clivajes societales aún pueden explicar parte de la compleja realidad política en América Latina.
COLUMNA DE OPINIÓN
Por: GERMAN CAMPOS HERRERA Profesor Universidad Católica de Temuco (UCT), Doctor (c) en Ciencia Política. Magister en Política y Gobierno. Licenciado en Historia Universidad del Valle (Colombia) e investigador asociado al Centro de Políticas Públicas CCP-UCT.
SEBASTIAN CARRASCO Profesor Asistente Universidad Católica de Temuco (UCT) e investigador asociado del Grupo Max Planck DECREVER. Administrador Público, Magíster en Ciencia Política y Doctor en Políticas Públicas.
Remezón político
El escenario político latinoamericano se ha removido tras la victoria del candidato del movimiento Libertad Avanza Javier Milei en Argentina. Milei logró imponerse sobre la maquinaria burocrática movilizada por el candidato Sergio Massa, con una ventaja de más de 10 puntos porcentuales.
Milei asumirá el cargo este 10 de diciembre, sumándose al listado de presidentes que en los últimos años han llegado a dirigir un país en medio de una encrucijada de fragilidad política, conflictos sociales, crisis económicas y polarización.
La elección de Milei abrió un debate sobre cómo un outsider llega a ser presidente en corto tiempo y sin apoyo de los partidos tradicionales. Pero esto no es tan novedoso; por ejemplo, hacia la década de los noventa, candidatos similares condiciones llegaron al poder en Perú (Fujimori), Brasil (Collor de Mello) y Argentina (Menem).
Para explicar estos cambios intempestivos, algunos politólogos han desafiado teorías clásicas, como aquellas referentes a las brechas sociales o “clivajes” (cleaveages). Las últimas elecciones presidenciales en Argentina, Chile y Colombia sugieren sin embargo que estas teorías clásicas siguen teniendo vigencia.
“Clivajes societales”
Durante la segunda mitad del siglo XX, Lipset y Rokkan acuñaron la teoría de los clivajes para explicar el comportamiento electoral a partir de factores estructurales de la sociedad.
En ese contexto no importaba considerar la variable territorial o el comportamiento diferencial del voto rural-urbano o por regiones del país. Esta variable se vuelve relevante en la medida que el Estado llega de manera desigual a lo largo de un territorio.
Por clivajes se entienden los conflictos de largo aliento y capaces de crear alineamientos políticos, tales como iglesia/estado, ciudad/campo, propietario/trabajador o centro/periferia, igual que otras que se han ido discutido más recientemente.
Pero la teoría de los clivajes ha venido perdiendo fuerza e incluso ha sido desestimada en la Ciencia Política: en el mundo de hoy la teoría no permitiría entender los resultados electorales y el funcionamiento del sistema político. Esos clivajes posicionaban sin mucha dificultad a los ciudadanos en un esquema izquierda/derecha, a partir de su posición en la estructura social; pero ya no son útiles.
Y sin embargo hay quienes siguen defienden el potencial explicativo de los clivajes, sobre todo en contextos de crisis económicas, como en Europa central y oriental.
A comienzos del S.XX en América Latina, la emergente clase trabajadora industrial se enfrentó con las élites dominantes. La tensión entre el nuevo proletariado urbano y las élites económicas fue el clivaje que reconfiguró el espacio político en distintos sentidos, especialmente a partir del surgimiento de los partidos anarquistas, socialistas y comunistas que representarían los intereses de los trabajadores.
Cumpliendo el clásico papel de canalizar los intereses sociales, los partidos llevarían las demandas de distintos sectores a la arena política, avanzando en la conquistas laborales y sociales; y esto a su vez cambió el funcionamiento de los sistemas políticos.
Centro/periferia en Argentina, Chile y Colombia
En ese contexto no importaba considerar la variable territorial o el comportamiento diferencial del voto rural-urbano o por regiones del país. Esta variable se vuelve relevante en la medida que el Estado llega de manera desigual a lo largo de un territorio. Hace algunas décadas, Guillermo O`Donnell utilizó el concepto de ‘zonas marrones’ para referirse a aquellas regiones donde el Estado no logra desplegar sus capacidades ni hace cumplir la ley de manera efectiva.
Las recientes elecciones presidenciales en América Latina dan pistas de una manifestación del clivaje centro/periferia.
En Argentina en la segunda vuelta de las presidenciales Milei obtuvo más de 14 millones de votos (55,69 %) a comparar con los más de 11 millones (44,3 %) del oficialista Sergio Massa. En términos geográficos, Milei gana en 20 de las 23 provincias argentinas —principalmente en el sur, occidente y norte— sumando a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por su parte, el bastión del oficialismo es la provincia de Buenos Aires, seguido de Santiago del Esteros y Formosa. Esto confirma el argumento de centro/periferia: la provincia de la capital federal versus el resto de las provincias (grafica 1).
La segunda vuelta presidencial en Chile en el 2021 fue disputada por José Antonio Kast y Gabriel Boric. Kast logró más de 3 millones y medio de votos (44,1 %), mientras Boric fue elegido con más de 4 millones y medio de votos (55,8 %).
Las elecciones presidenciales chilenas también mostraron la lógica centro/periferia. Salvo algunas excepciones, Kast ganó en las regiones centrales de Maule, Ñuble, Bio Bio y La Araucanía, pero Boric ganó en 11 de las 16 regiones, incluyendo la capital Santiago, que en términos geográficos corresponden a casi todo el extremo norte (Antofagasta, Coquimbo) y a extremo sur (Aysén y Magallanes: grafica 2).
Finalmente, la segunda vuelta de 2022 en Colombia enfrentó a Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Petro obtuvo más de 11 millones de votos (50,4 %) y Hernández fue votado por más de 10 millones de personas (47,3 %).
El caso colombiano vuelve a mostrar la lógica del voto centro/periferia. Petro ganó en 15 de los 32 departamentos, incluyendo a Bogotá. Más importante aún, ganó en los departamentos del norte —La Guajira, Magdalena, Atlántico, Sucre y Córdoba—, occidente —Chocó, Valle, Cauca y Nariño— y sur —Putumayo, Amazonas y Vaupés. Por su parte, Hernández ganó en el resto de los departamentos, pero en particular ganó en varios del centro de la Cordillera Andina (Huila, Tolima, el eje cafetero, Boyacá). La gráfica 3 muestra la tendencia de voto.
Este no es un fenómeno nuevo para el caso colombiano. De hecho, tal como demostrado Basset (2023), es un patrón que ha logrado instalarse en previos comicios como lo fueron el plebiscito para la paz del 2016 y las presidenciales de 2018.
El caso colombiano vuelve a mostrar la lógica del voto centro/periferia. Petro ganó en 15 de los 32 departamentos, incluyendo a Bogotá. Más importante aún, ganó en los departamentos del norte
Rutas de análisis
Las elecciones presidenciales argentinas, chilenas y colombianas son similares en cuanto a el alineamiento de los votantes del centro y los de la periferia.
Salvo por las capitales, en el centro ganaron Massa en Argentina, Kast en Chile y Hernández en Colombia. Por su parte, en la periferia —y sumando las capitales— ganaron Milei, Boric y Petro en Argentina, Chile y Colombia, respectivamente.
Desde luego, este primer diagnóstico no es un análisis exhaustivo sobre los determinantes del voto en los tres países. Hay otras rutas interesantes de análisis como, por ejemplo, los sesgos generacionales o socioeconómicos en cada uno de los casos.
Pero ciertas regularidades en los procesos electorales de los últimos años abren la puerta a una discusión más amplia sobre cómo viven, cómo comprenden y cómo se comportan en el mundo político los ciudadanos del centro en relación con los de la periférica.
Fuente: https://razonpublica.com/las-elecciones-presidenciales-argentina-chile-colombia/